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viernes, 27 de enero de 2023

SALVEMOS LA PATRIA

Una sociedad verdaderamente democrática se basa en el respeto a la voluntad popular. Un gobierno democrático, ejecutivo y legislativo, es el elegido y designado limpiamente por el pueblo en las urnas, respetando su voluntad. La dictadura es el régimen que se encarama sobre la sociedad al margen y en contra de la voluntad íntima y sentimientos de la ciudadanía. No existe posibilidad de equivocarse. Un régimen no elegido, y designado en un proceso turbio o fraudulento, siempre será una dictadura.

El Art. 1 de la Constitución consagra: “La soberanía radica en el pueblo, cuya voluntad es el fundamento de la autoridad.” En base a los datos oficiales de los CNE, anteriores y actual, restando los ciudadanos en verdad existentes, según las cifras oficiales del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos, encontramos que en las campañas electorales, desde el 2009, estaban las cifras de los siguientes votantes fantasmas o inexistentes: 898.552 en el 2009; 1´072.744 en la consulta del 2011, aunque diario Expreso (15—IX-2011) precisa que fueron 1´229.330 al tenor del censo de noviembre del 2010; 1´139.363 en el 2013; 1´617.486 en el 2017; 1´797.102 en las seccionales del 2019; 1´597.100 en el 2021. Por eso no se publican los padrones electorales, como antes si se hacía: para que no asomen los difuntos y los inexistentes.

Súmese un sistema electrónico trucado que nadie puede inspeccionar, los apagones, las juntas intermedias, los centros paralelos o secretos de digitalización de votos (como el encontrado en el 2009 en La Garzota, con 221 computadoras y digitadores, a cargo del propio CNE), el impedimento de abrir las urnas, verificar actas y papeletas. Así se eligen y hasta reeligen presidentes y mayorías legislativas nunca designadas por el pueblo. Con este andamiaje mañoso se proclaman presidentes ilegítimos, mayorías parlamentarias no elegidas pero preparadas para aprobar leyes delincuenciales para las concesiones, privatizaciones, y despojo absoluto del patrimonio social y nacional, así como leyes que propician la corrupción y garantizan la impunidad.

 La Contraloría, Fiscalía, Procuraduría, Administración de Justicia, actúan con sumisión absoluta a los gobiernos de turno, sin cumplir sus funciones a cabalidad. La corrupción desenfrenada campea en la República ante la indignación de una ciudadanía inerme. Frente a las dictaduras electrónicas sucesivas, que buscan enjaular y a despojar la sociedad, en aras de recuperar la democracia, debemos pensar en un gobierno transitorio de salvación nacional, que luego convoque a una Asamblea Nacional Constituyente sin picardías ni fraudes electorales institucionalizados. 

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