Con motivo del reclamo del movimiento campesino e indígena se ha pretendido atacarlos, desprestigiarlos al máximo y descalificarlos por el simple hecho de ser parte de un sector históricamente excluido y marginado en la sociedad ecuatoriana. Incluso, con tintes racistas, a los indígenas se los pretende desacreditar al máximo nivel. Algunas personas hasta, y lo escriben, los consideran como responsables de “aberraciones criminales”, y con toda ligereza los tratan como “terroristas”, estar financiados por dineros al margen de la ley, agregando muchos otros epítetos peyorativos. Existe el objetivo político de debilitar, denigrar y anular al máximo a una de las organizaciones populares más importantes del país.
El gobierno y sus troles buscan descalificarlos por el solo hecho de pertenecer al movimiento indígena y campesino; olvidando que dentro de esta organización popular existen matices y diferencias, y libertad absoluta en cuanto a su pensamiento y a su práctica, y que es injusto el difamarlos en forma generalizada, sin que nadie pueda discrepar en contra de la opinión de un régimen que busca establecer mecanismos dictatoriales idénticos a los que tuvo Correa cuando se apoderó de todos los poderes e instituciones del Estado en el lapso 2007-2017. La represión y censura fueron características que hoy pretenden ser reinstaladas y superadas en el país.
Nadie defiende prácticas terroristas como trata de impregnar la opinión del régimen y sus troles a todos los miembros del movimiento campesino e indígena del Ecuador; no es verdad ni es justo. No hay una sola línea de nuestro escrito en que se alaben actos violentos. Nada más alejado de la verdad. Lo que si se hace, frente a la campaña de calumnias, es una comparación respetuosa, pero sustentada en la realidad, de las prácticas del gobierno y sus acusaciones, por una parte, y la actuación de los campesinos e indígenas por otra, en torno a uno de los argumentos más inexactos, malintencionados y peyorativos del régimen relativos a supuestos y no comprobados nexos con grupos al margen de la ley. Que la verdad les moleste es otro asunto.
Decía Marco Tulio Cicerón que “La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio.” Resulta que frente a la campaña de mentiras sistemáticas del régimen (con el abrumador apoyo de ciertos medios de comunicación alimentados por el mismo y sus miles de troles), y ante el ataque calumnioso y hasta racista contra los campesinos e indígenas todos los ecuatorianos deberíamos quedarnos callados para que no nos acusen de apoyadores del “terrorismo”. Los troles están muy equivocados. No coincidimos con esa opinión. Este es un país donde todavía, cada vez con más restricciones, podemos opinar y discrepar. No estoy de acuerdo con las campañas de calumnias que, en forma evidente, se han lanzado contra los campesinos e indígenas del Ecuador, quienes además no pueden defenderse a cabalidad ante un ataque tan abrumador, millonario y concertado.
Frente a campaña tan degradante, abrumadora y calumniosa, en contra de uno de los estamentos poblacionales más excluidos y maltratados en siglos de dominación, estoy obligado moralmente a no callarme ante lo injusto. No olvidemos que el origen de todo el problema que vivimos está en la aplicación por parte del régimen de las medidas “recomendadas” por el Fondo Monetario Internacional para “recaudar más dinero” para pagar a los acreedores del país, donde también está el propio FMI. Allí está el origen del problema. Basta aplicar el principio de la relación causa efecto. El origen está en el régimen arrodillado, frenético solicitante de créditos, ante los organismos multilaterales que anhelan que el patrimonio social y nacional vaya a manos de sus multinacionales.
Para aplastar e inmovilizar a toda la población (no a los grupos al margen de la ley), para someterla al entreguismo de la globo colonización, se enviaron los proyectos de ley urgentes y profascistas de carácter inconstitucional. La dictadura del encargado por Washington para conseguir espacio para sus bases militares atentatorias a la soberanía nacional, aunque para ello deba reformar la Constitución, y de quien, como Presidente de Ecuador, viaja al Medioriente para abrazarse y solidarizarse con Benjamín Netanyahu, luego de haber sido condenado por genocidio por la Corte Penal Internacional, después de la muerte atroz de más de cincuenta mil palestinos desarmados, y pretender matar de hambre a millones de palestinos, debe ser detenida.
El Art. 98 de la Constitución (todavía vigente) establece que “Los individuos y los colectivos podrán ejercer el derecho a la resistencia frente a acciones u omisiones del poder público (…)” El tercer considerando de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, del 10 de diciembre de 1948, justifica que este instrumento se dicta “Considerando esencial que los derechos humanos sean protegidos por un régimen de Derecho, a fin de que el hombre no se vea compelido al supremo recurso de la rebelión contra la tiranía y la opresión.”
Humanistas y sabios insignes han hablado sobre las responsabilidades morales del silencio cómplice. El Mahatma Gandhi decía que “La más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de gente buena.” Albert Einstein escribió: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad.” Martin Luther King enseñaba que “Quien acepta pasivamente el mal es tan responsable como el que lo comete. Quien ve el mal y no protesta ayuda a hacer el mal.” Desmond Tutu, el líder y pastor africano siempre repetía: “Si eres neutral en situaciones de injusticia, has elegido el lado del opresor.” José Martí, el maestro y prócer cubano caído en combate en mayo de 1895, advirtió: “El que vive de la infamia o la codea en paz, es un infame. Abstenerse de ella no basta; se ha de pelear contra ella. Ver en calma un crimen es cometerlo.”
Octubre del 2025.
¡LA PATRIA NI SE VENDE NI SE RINDE!
¡LA PATRIA CON EL ALMA SE DEFIENDE!